La Naturaleza se manifiesta viva de diversas maneras: lluvia, mareas, vientos, sismos, terremotos, geísers, volcanes. Algunas expresiones de la naturaleza son diarias y estamos acostumbrados a ellas, y otras nos conmueven profundamente pues ocurren esporádicamente.
Entre las últimas podemos situar los llamados "desastres naturales" (Tsunami -maremoto-, lluvias prolongadas que traen inundaciones, tornados, etc), cuya mejor expresión sería "fenómenos naturales peligrosos".
Entre las últimas podemos situar los llamados "desastres naturales" (Tsunami -maremoto-, lluvias prolongadas que traen inundaciones, tornados, etc), cuya mejor expresión sería "fenómenos naturales peligrosos".
Los fenómenos naturales no tienen por qué ser considerados "desastres".La erosión natural del viento y la lluvia son actividades de la naturaleza no desastrozas.
La erupción de un volcán, si bien puede ocasionar daños a los asentamientos del hombre, es en realidad parte de la naturaleza viva que palpita según sus propias leyes.
Cuando decimos que el planeta está vivo, nos referimos a los elementos activos de la geomorfología terrestre, pues el planeta se encuentra en actividad, y su proceso de formación aún no está completo.Son eventos naturales que significan riesgos potenciales para la sociedad y se caracterizan por su impredictibilidad y por sus consecuencias letales, pero lo más peligroso es el grado de desconocimiento que existe a diversos niveles sobre estos tipos de riesgos.
Los riesgos naturales constituyen, cada vez más, una seria amenaza para cualquier sociedad. Las precipitaciones torrenciales, los incendios forestales, los temporales marinos, las olas de calor o las sequías suponen pérdidas económicas y, lo que es peor, de vidas humanas. Los daños ocasionados por los fenómenos naturales adversos obligan a convivir con ellos. Sólo un planteamiento de conciencia social y política frente al riesgo puede reducir la vulnerabilidad a las amenazas de origen natural.
La erupción de un volcán, si bien puede ocasionar daños a los asentamientos del hombre, es en realidad parte de la naturaleza viva que palpita según sus propias leyes.
Cuando decimos que el planeta está vivo, nos referimos a los elementos activos de la geomorfología terrestre, pues el planeta se encuentra en actividad, y su proceso de formación aún no está completo.Son eventos naturales que significan riesgos potenciales para la sociedad y se caracterizan por su impredictibilidad y por sus consecuencias letales, pero lo más peligroso es el grado de desconocimiento que existe a diversos niveles sobre estos tipos de riesgos.
Los riesgos naturales constituyen, cada vez más, una seria amenaza para cualquier sociedad. Las precipitaciones torrenciales, los incendios forestales, los temporales marinos, las olas de calor o las sequías suponen pérdidas económicas y, lo que es peor, de vidas humanas. Los daños ocasionados por los fenómenos naturales adversos obligan a convivir con ellos. Sólo un planteamiento de conciencia social y política frente al riesgo puede reducir la vulnerabilidad a las amenazas de origen natural.
Los impactos en el territorio de fenómenos locales y puntuales en el espacio (lluvias torrenciales) o regionales (tormentas tropicales) y cíclicos, estacionales o de larga duración (sequías) han de ser analizados con métodos de trabajo complejos y multidisciplinares que permitan la prevención y la mitigación.
La mayor conciencia social y, como consecuencia, su plasmación en los planteamientos políticos y técnicos está haciendo que se requieran profesionales y especialistas capaces de determinar o calcular con eficacia los riesgos y planificar de acuerdo con ellos. Las administraciones públicas encargadas de gestionar el territorio y la protección a la población comienzan a demandar profesionales cualificados, a la vez que asumen las competencias en esta materia, buscando, a su vez, mayor eficacia y efectividad.
La mayor conciencia social y, como consecuencia, su plasmación en los planteamientos políticos y técnicos está haciendo que se requieran profesionales y especialistas capaces de determinar o calcular con eficacia los riesgos y planificar de acuerdo con ellos. Las administraciones públicas encargadas de gestionar el territorio y la protección a la población comienzan a demandar profesionales cualificados, a la vez que asumen las competencias en esta materia, buscando, a su vez, mayor eficacia y efectividad.
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